Estrés térmico en avicultura de puesta y la vitamina D
Ya entrando en verano, es necesario que las granjas avícolas empiecen a preparar a las aves para combatir los efectos del calor y mantener los niveles productivos óptimos. La combinación entre la temperatura ambiente y humedad alta es un factor estresante externo conocido y temido en la ganadería por el gran impacto sobre el bienestar, productividad y mortalidad que puede tener en las explotaciones avícolas.
Las aves, en condiciones normales, tienen una temperatura corporal aproximada de unos 41ᵒC, la cual mantienen gracias a su capacidad de termorregulación; sin embargo, los genotipos modernos, seleccionados por su alto rendimiento productivo, tienen también una alta actividad metabólica y, por lo tanto, producen más calor corporal que las razas de crecimiento lento, siendo así más sensibles al estrés por calor.
Cuando esto ocurre y la temperatura corporal asciende, las aves comienzan a jadear (aumento y profundización de la tasa de respiración) para aumentar la pérdida de calor evaporativo. En este punto, el ave intensifica sus funciones esenciales como la respiración y frecuencia cardíaca y, por otro lado, reduce otras menos importantes a corto plazo para ella como la función inmunitaria, el crecimiento o la reproducción.
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